martes, 30 de diciembre de 2008

No hay balance

Había pensado que el último post de este año fuera un balance del 2008, pero no tengo demasiadas ganas de repasar este año así que, en lugar de eso, para no aburriros os dejo algunas fotos.


sábado, 20 de diciembre de 2008

jueves, 18 de diciembre de 2008

A shadow and a threat

La vida sigue igual...

viernes, 12 de diciembre de 2008

Reflexology

Esta mañana, contra todo pronóstico, amaneció despejado. Había salido de casa más pronto de lo acostumbrado, tenía una reunión a medio camino de Bilbao y San Sebastián a las 10. Llevaba la cámara en el coche y he podido hacer, subjetivamente, la mejor serie de disparos desde que me he pasado a la reflex. Antes de dar el paso tecnológico cuando alguien me sugería, hablando de mi afición a hacer fotos (no he dicho fotografía), el paso a la Reflex, siempre argumentaba lo mismo. Mi miedo a que esa afición se convirtiera en algo costoso, que perdiera la frescura y la naturalidad o la comodidad de lo que venía haciendo hasta ahora. No concibo la fotografía como un fín en si mismo, sino como algo accesorio. No salgo a hacer fotos, vivo y trato de capturar algunos instantes. Desde que me pasé a la DSLR había perdido la ilusión, unas fotos mediocres solo recuperadas tras pasar por el photoshop. Estaba desilusionado y un poco perdido.

Pero hoy todas las dudas se han resuelto. La fotografía es luz y hoy ha amanecido, en medio de tanta negrura, frio y lluvia, un día maravilloso. Y, camino del trabajo, he parado el coche y he visto amanecer y después de mirar a la Bahía he hecho algunas fotos. Yo estaba allí esta mañana, viviendo ese amanecer irrepetible, yo lo he vivido y he tratado después de capturar un instante de tanta belleza para poder revivirlo y compartirlo. Estas son las imágenes, no hay Photoshop. Tempus fugit.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Viento del Noroeste

Sigue soplando el Noroeste, que aquí llamamos gallego, y que trae siempre lluvia. Un día de estos, ya veréis, va a salir el sol.

POR FAVOR, HACED CLICK AQUÍ, ES LA PREVISION METOROLÓGICA PARA LOS DIEZ PRÓXIMOS DÍAS.

Así navegaba en el mes de Septiembre, viento Nordeste, me parece casi increible. Asi navegaba, así, así...



martes, 9 de diciembre de 2008

Forgiveness

No tengo demasiado, por no decir nada, que decir. Hace cuatro semanas que no navego.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Reflex II


Me ha quedado un poco "sosa". Con la que sigue cayendo esto no da para mucho más.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Reflex

Ponedle el título vosotros.

viernes, 14 de noviembre de 2008

"Thalassa"


El Velero de bandera holandesa Thalassa, que ya recalara en Santander al menos con ocasión del I Festival del Mar en el año 2005, nos ha visitado de nuevo. Siento la oscuridad de las fotos. Han sido tomadas esta mañana cuando aún no había amanecido. La verdad es que hoy no ha amanecido, en todo el día, continúa la pertinaz lluvia y el cielo absolutamente cubierto de nubes.


Hoy el día no quería empezar, estaba perezoso, tanto que contagiaba, daban ganas de volver a la cama.


Este es el Thalassa, espero que mañana no llueva y poder hacer alguna foto donde se le vea...

Estreno cámara, requiere que estudie y prometo hacerlo para mejorar la calidad de mis fotografías. Después de años de hacerme el remolón he terminado por sucumbir a lo irremediable y me he pasado a la Reflex digital. Os mantendré informados.

jueves, 6 de noviembre de 2008

"Kruzenshtern"


La bahía de Santander ha recibido la visita de un insigne huésped: el bergantín ruso 'Kruzenshtern' que puede presumir de ser el último carguero de vela de la ruta del Cabo de Hornos. Actualmente es el buque escuela de la Federación Rusa y tiene su base en San Petersburgo. El barco toma su nombre del almirante ruso Adam Johann Von Kruzenshtern, primer ruso en circunnavegar la tierra.

Mirad en esta foto, de fondo, los picos de Europa nevados.


Hasta mañana por la tarde permanecerá atracado en el muelle de Albareda (junto a la Grúa de Piedra). Llegó el pasado martes procedente de las Islas Canarias (Tenerife) y zarpará mañana para Rostock (Alemania). Este gigante de los mares será probablemente uno de los grandes veleros de la clase 'A' que participen en el II Festival del Mar de Santander que se celebrará del 12 al 15 de septiembre de 2009. En la travesía de la flota entre Porstmouth y Santander del 7 al 11 de septiembre de 2009 podrán participar 200 personas a bordo de algunos de los veleros participantes. Trataré de conseguir embarque en uno de ellos para experimentar por un ratito la vida a bordo de uno de estos mitos vivientes.


Mi idea era hacerle fotos desde el "Stay Calm" pero no va a ser posible. Este velero ruso deja santander el viernes por la tarde, así que esta mañana me he levantado un poquito antes de lo normal para poder hacer unas fotos antes de empezar a trabajar. Espero que os gusten. El barco es impresionante.



domingo, 2 de noviembre de 2008

Lluvia y frío en Santander, ya es oficial, llegó el Otoño.

Pensando en como empezar este post una idea se me vino a la cabeza. Tratamos, en general creo, de mostrar nuestro mejor aspecto, nuestra cara más amable, sobre todo si tenemos la conciencia de que nos estamos exhibiendo, que nos están observando. Por ejemplo, si alguien que no nos conoce nos pidiera una foto nuestra, normalmente mostraríamos una imagen de nosotros en la que nos sintamos favorecidos. ¿Estamos de acuerdo en eso?

Habrá quien difiera de este planteamiento, supongo, pero creo que es, como todo con matices, básicamente cierto. Si alguien que nunca ha estado en Santander me pidiera que le enviara una foto de La Bahía, le enviaría una de esas fotos de verano, con el cielo y el mar azul y la bahía resplandeciente. Sin embargo hay otras fotos de La Bahía, en otoño y en invierno, que desde luego reflejan otra belleza, otros sentimientos, otras estaciones y hasta otros estados de ánimos. Como solemos decir.... "Para gustos... los colores". De eso se trata, de enseñaros unas imágenes de la bahía diferentes a las que suelo mostraros. De que la conozcáis también en sus días grises y de que, después, decidáis que Bahía es la vuestra. Yo, a pesar de tener mis preferencias, no desecho ninguna de sus caras.

Lleva más de una semana sin parar de llover. Esta mañana de domingo, fría y lluviosa, he salido a hacer algunas fotos. Las dos primeras son desde el Faro de Cabo Mayor.

Esta es la Playa de El Camello, la foto está tomada desde La Magdalena y al fondo a la izquierda de la imagen se ve Cabo Menor y su campo de golf.

Esta seguro que la habéis adivinado. Es la Isla de Mouro. La foto está tomada desde la carretera que sube al Palacio de la Magdalena, un poco al norte del embarcadero real.

Esta es otra vez la Playa del Camello desde el Paseo de Reina Victoria, casi en la Playa de La Concha.

Esta foto y las dos siguientes son de una parte de Santander bastante desconocida para mi, la costa norte (la Bahía mira al sur), a esta parte de la costa, antiguo y humilde barrio de pescadores se le conoce como Cueto y Monte. Es una zona de prados, me he sentido un poco en Irlanda.


Pesqueros varados en la bajamar en la playa de La Maruca.

Estos dos botes están abandonados, parecen agonizar, hay algo triste y hasta siniestro en un barco abandonado.
Posted by Picasa

lunes, 20 de octubre de 2008

Primeras imágenes del otoño en Santander

Disfrutad (en realidad me lo digo a mi mismo) de estas últimas imágenes azules. A pesar de que ha llegado el otoño,hasta esta semana han predominado los vientos del SW o S suaves que nos han dejado cielos despejados y altas temperaturas para esta época.
Pero el otoño y el invierno son inexorables y llegarán, bajan las temperaturas, el agua del mar se ha enfriado mucho y parece que llega una borrasca. El otoño y el invierno son largos aquí, no sé si cuando se considera o cuando se compara, pero son largos.
Todo esto me hace recordar una cita de Albert Camus que leí por primera vez hace poco, pienso igual que él.

"En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible".



miércoles, 8 de octubre de 2008

Tranquilo

Durante un par de semanas he mantenido abierta una encuesta. La pregunta era relativa al nombre de mi barco. Ofrecía tres opciones, mantener el nombre con el cual lo adquirí, Xarpa, o cambiarlo por uno nuevo. En este último caso barajaba dos opciones; Bandido o Stay Calm.

La mayoría de los participantes en la encuesta mostraron su preferencia de que no cambiara el nombre al barco, es decir, que continuara llamándose Xarpa, el nombre que tenía cuando lo adquirí.
Dentro de las minorías que optaban por una renovación las posturas estaban más equilibradas, entre los que votaban por "Bandido" y los que optaban por "Stay Calm", si bien los "Bandidos" eran más numerosos.

Pasarse por el forro la opinión de los votantes no ha sido, en mi caso, un ejercicio totalitario. Me interesaba vuestra opinión. Ahora sé que mi barco tiene un nombre que os gusta menos que el que tenía o que otros posibles nombres. Pero, al fin y al cabo, donde manda patrón no manda marinero.
Quizá, si os explicó el por qué del nuevo nombre, que lo tiene, ya no os disguste tanto "Stay Calm" o al menos, la explicación, sirva para aplacar vuestro enfado (que alguno ha manifestado en privado).

Stay Calm. Una traducción, un tanto libre, de acuerdo, de Tranquilo.

Tranquilo, así, en español, no podía ser. En el Registro de buques correspondiente ya existía un Tranquilo. Eso de Tranquilo I o Tranquilo Uno... No me apetecía, así que traduciendo al inglés... me vino a la cabeza Stay Calm. Y me gustó por diferentes motivos.

Mi hija Victoria, que aún no ha cumplido tres años, cuando alguien le echa la bronca, muerta de risa, dice... Tranquilo, tranquilo... Supongo que es una palabra que utilizamos mucho en casa y se le ha terminado pegando.
En segundo lugar es una expresión que se utiliza, que utilizo mucho, en el barco. Cuando sales a navegar con alguien que no está muy acostumbrado y, por poner un ejemplo, el barco escora repentinamente al cargar la racha de viento y tu invitado se pone lívido te sale rápidamente un "tranquilo, no va a pasar nada".

Por último. Me gusta esa palabra, lo que significa. El sentimiento de tranquilidad. No sé si me equivoco. Pero siempre he pensado que, para mí ,un sentimiento fundamental, más allá de la felicidad y su sentido, de la seguridad, algo que siempre he buscado es la tranquilidad.
Hace algunos años sufrí, inesperadamente, una pérdida importante , en realidad dos. Una de esas ocasiones en las que se te forma un nudo en la boca del estómago, un nudo que no te deja respirar, que te atenaza las entrañas, y el corazón. Un dolor que no te permite ni hablar, que no compartes con nadie puesto que nadie te puede entender y como mucho, eres afortunado si tienes esto, lo vives en compañía de un amigo (puesto que tu familia está igual que tú, o peor) al que sólo eres capaz de mirar. No quiero que resulte literario, trato de describirlo. En esas ocasiones me he sentado al borde del mar, de la bahía, y he mirado el mar azul, callado, sin poder pronunciar una sola palabra, apretando los dientes, deseando una sola cosa, aguantar ese dolor hasta que pasara, preguntándome si algún día volvería a estar tranquilo.

Y sin darte cuenta el tiempo pasa, muy muy despacio, pero pasa, y te vas curando y un día, de repente, respiras hondo. Y aunque el dolor no haya desaparecido del todo (las heridas se curan pero las cicatrices a veces duelen) te das cuenta de que lo peor ya ha pasado, que el peso sobre tus hombros ya se ha aligerado ,y compruebas que puedes desperezarte, que puedes poco a poco sacudirte todo esa negrura del corazón.

Y cuando vuelves a mirar al mar, ese mar que nunca has dejado de contemplar, cuando nada te distrae, ni siquiera tú mismo, cuando te relajas y todos tus sentidos están abiertos y percibes el sabor, el olor, el sonido del mar, y sientes el frio o el calor en tu piel. Cuando miras a la línea del horizonte y te sientes en paz, el mar trae a tu mente los buenos recuerdos de las personas tan queridas que se marcharon sin tiempo casi de despedirse. Y está todo en tu corazón, ya sin dolor, recuperas por un instante a los que ya no están y piensas en los que quieres y a los que aún puedes abrazar. Y te quedas así, en off, un segundo más que tratas de alargar aunque sabes que tienes que volver a casa, a la vida, a la cotidianeidad. Entonces respiras hondo, te despides con un hasta pronto, ya nunca un adios, sonríes feliz y te das cuenta de que te sientes tranquilo.

jueves, 18 de septiembre de 2008

A escondidas II

El primer post que publiqué en este blog se tituló A ESCONDIDAS. Han pasado muchas cosas desde entonces.

Me he convertido en armador del 100% de un velero, he cambiado de barco, he cambiado de puerto, he empezado a navegar en solitario de verdad, después de obtener el PER me estoy preparando para el PY, he hecho mis primeros pinitos en esto del bricolage naútico y a día de hoy soy capaz, yo solito, sin ayuda, de cambiar un tornillo. Ahí es nada.
Pero sobre todo este año he navegado bastante, casi siempre sólo. No todo lo que quisiera, pero he aprovechado cada día que la meteorología, el trabajo y las obligaciones familiares me lo han permitido.

En el cambio de barco he ganado. He pasado de un barco nervioso, regatero (y muy divertido) a un barco muy marinero. Un barco noble que te perdona muchos errores y que aguanta carros y carretas cuando la cosa se pone fea. He navegado en él con F8 y fuerte marejada y sé que aguantará lo que sea necesario y desde luego mucho más que su Patrón.

Lo que no ha cambiado en un año es que navegar me hace feliz.

Salgo muchas veces sólo. Soy una persona extrovertida y sin problemas para relacionarme, todo lo contrario, y sin embargo he descubierto que me gusta más navegar sólo. No tener que hablar, disfrutar del silencio, de la soledad buscada (no la impuesta). La soledad y el silencio que permiten disfrutar de la multitud de paisajes marinos, sin nadie que te distraiga, sin palabras que limiten la belleza.
El silencio entendido como ausencia de palabras porque navegar es sonido. El viento, que a veces puede resultar atronador aunque otras susurre. El mar, hermoso y temible que unas veces suena como un tranquilo manantial y otras veces ruge como una fiera herida. El sonido de una driza en el palo o el crujir de las velas al templar escotas. Pero no hay palabras, piensas en silencio y con tranquilidad la siguiente maniobra, la planificas en tu cabeza, nada te distrae, estás solo y en tu cabeza sabes que no hay mucho sitio para las equivocaciones, no hay quien te corrija o te ayude en caso de error. Y sin embargo me invade una enorme tranquilidad.

Cuando por proa está despejado, ya has dejado atrás la Bahía y la Isla de Mouro y el Palacio de la Magdalena y sólo hay mar por ambas amuras, conecto el piloto automático y me coloco en mi sitio favorito, los pies en el primer escalón de acceso a la cabina, cierro el tambucho hasta que lo tengo a la altura del pecho, de forma que las únicas partes de mi cuerpo que asoman fuera son los hombros y la cabeza. Entones apoyo la barbilla en mis manos, sobre el tambucho, y miro el horizonte, huelo el mar, escucho los sonidos del viento del mar y de mi barco y me invade una paz que no es comparable a nada.

Todo se ralentiza, todo se relativiza, sólo importan el mar y el viento y tu barco, porque ni siquiera importas tú, que eres una parte del barco, nada más. Y, a veces, desearía que mi familia estuviera conmigo y no tener que volver, poder seguir adelante y navegar. Otras veces cierras los ojos, sintiendo el calor del sol en la cara y oliendo el mar, escuchando a las gaviotas y los cormoranes y, aunque eres feliz, sabes que tienes que volver, que quieres volver. Que el mar quizá un día sea el sitio y el fin pero que de momento hay un lugar en tierra al que quieres volver, pero no es el lugar, son las personas. Suspiras, miras una última vez al horizonte intentando congelar en tu mente tanto azul, tanta belleza, y viras en redondo para poner proa a la Bahía, para regresar a casa.

Otro verano fabuloso termina y guardo nuevos momentos inolvidables de navegación. Ahora sólo quedarán los fines de semana para navegar.

De vez en cuando, aunque ahora mi barco está a 25 km de mi casa, sigo levantándome algo antes de lo necesario y, mientras todos duermen, recorro en mi coche las calles aún vacías hasta dejar atràs la ciudad para visitar a mi barco en el puerto, tranquilo y silencioso al amanecer, a escondidas.