Casi toda mi vida, salvo pequeños parénteis que llevaron a mi famiia al interior por cuestiones profesionales de mi querido padre, he vivido al borde del mar. Una parte en el Mediterráneo, mi infancia fue insular, y después a orillas del Cantábrico.
Siempre el mar.
El primer recuerdo marino que tengo es de cuando era muy pequeño, 4 ó 5 años cuando vernaneábamos en Santander; los trayectos en lancha a la Playa del Puntal.
El Puntal es un enorme arenal que queda dentro de la bahía de Santander, frente a la península de La Magdalena. Tiene forma de sable y es una playa de una belleza impresionante, con unas espectaculares vistas a la Bahía, a la Península de La Magdalena y su playa, a la Isla de Mouro y a la de Santa Marina.
En aquellos trayectos me pasaba todo el viaje observando al patrón en su pequeña cabina de madera, hombres de pocas palabras y mucho oficio, con la piel curtida por el sol, que maniobraban con absoluta destreza por el estecho canal de acceso al Puntal sorteando a otras embarcaciones. Cómo me gustaba ver a los marineros preparar las amarras al aproximarse al muelle, formar una gaza y lanzar a distancia el cabo y acertar con el noray al primer lanzamiento. Mucho tiempo soñé con hacerme marinero al llegar a la edad adecuada.
Poco tiempo después nos fuimos a vivir a la isla, los viajes en Ferry de Palma a Barcelona al ir y volver a Santander de vacaciones. La primera vez que embarcamos en un ferry de la Trasmeditérranea me sobrecogió, en el muelle la sensación de contemplar la inmensa mole de acero del barco. Luego, con mi padre, en cubierta, la vista del mar abierto, de la inmensidad del mar, cuando recorres con la vista 360º sin ver tierra me hizo pensar que estábamos en un lugar muy muy lejano, y de verdad recuerdo la enorme impresión que me atenazaba pero no recuerdo haber sentido miedo.
Después, de casualida, tropecé con la vela ligera, siendo aún pequeño, y empecé a navegar y desde entonces no ha parado la pasión por el mar. El viento, el olor a salitre, las gaviotas, los faros, los viejos mercantes, los pesqueros. No lo puedo evitar, todo lo que tenga que ver con el mar me cautiva.
Cuántas veces he paseado sólo por Puerto Chico contemplando los veleros, soñando con un día poder tener uno. Cuántas mañanas de sábado y domingo he pasado haciendo fotos a los veleros en el muelle.
No puedo concebir la vida sin el mar. (Javi, algunos le conocéis dice que ni célula, ni Adán y Eva, ni Darwin, ni nada de nada, que somos peces que un día nos quedamos en seco, y luego siempre me dice: "por eso tú eres tan torpe, porque no estás en tu medio").
Sé que algunos me entenderéis. Cada día miro más al mar, cada día estoy más de cara al mar. Cuando salgo en el barco y estoy ahí fuera y sólo importan el viento, las velas y el mar que golpea el casco, soy feliz y me invade una tranquilidad tan inmensa que, a veces, cierro los ojos y, no sé...
11 comentarios:
Te entiendo perfectamente. Yo tengo la mala suerte de ser de mar y vivir en tierra. Sólo puedo oler el salitre, escuchar el rumor de las olas, las gaviotas, ver los barcos y el puerto en verano ... o en sueños. Por eso vengo aquí tan a menudo. Es como estar en casa!
Disfrútalo al 100%, Fernan. Yo me dí cuenta cuando empezó a faltarme.
Santanderina viviendo en Londres... No sabes como te entiendo. Cuando voy a "casa" (se supone que mi casa no esta alli hace mucho, pero yo lo sigo llamando casa), nada mas salir del avion en el Aeropuerto de Parayas ya puedo oler el mar. Y sonrio. Y entonces se que todo va a estar bien... Que fotos mas bonitas de Santander, Fernando! Son tuyas? Isabel.
Todas, todas, mías.
Hola Isabel, me alegra hacerte más llevadero el british winter. Y qué haces en Londres??
Gracias por leerme y por dejar tu comentario.
Un beso.
Y donde estará Leni que no puede ver el mar?
Al menos dime donde vas en verano.
Gracias por leerme (donde quiera que estés, [Sevilla or nearby]).
Fernan, haces muy bien en compadecerme. Estoy precisamente en el centro geográfico de las South Sandwich and South Georgia Islands, en la capital de las mismas -bastante lejos de Sevilla-como bien sabes que reza el perfil de mi blog.
Castigada por mala y peligrosa, confinada sin ver el mar durante el año, me consuelo escribiendo y viajando a ratitos a mundos virtuales donde al menos puedo ver un mar de pacotilla -mejor eso que nada-.
En verano, cuando mis absorbentes ocupaciones me permiten tomar un merecido y reglamentario descanso -normalmente en agosto- suelo ir a soltarme el top a la costa mediterránea norte -mi favorita-.
Eventualmente salgo al extranjero, generalmente hacia el norte, donde tengo algunos buenos amigos que son fuente de continuas aventuras e inspiración para mí, como muy pronto podrás leer.
No me des las gracias, tu blog es una delicia y un remanso de paz para una individua hiperactiva como yo. Sigue enseñándonos a disfrutar del mar y de esas pequeñas cosas que nos pasan desapercibidas, de las que sólo nos damos cuenta cuando nos las arrebatan.
XXX, wherever you are.
Fernando,
cada vez que expressas o teu afecto às coisas do mar.. remetes-me para os romances do Perez Reverte estou a reler a "Carta Esférica", que em Portugal foi baptizado com o estúpido nome de "O Cemitério dos Barcos sem Nome"...),ou do Francisco Coloane, do London, J.Conrad... faz-me sonhar acordada...
Abraço
Isabel
Muchas gracias, Mª Isabel.
Coincido contigo en los gustos literarios. Me gusta Perez Reverte Y Joseph Conrad me apasiona.
Un abrazo.
Sin palabras, Fernando. Somos primo-hermanos. ¿Llegaste ha conocer la lancha "La Nagraza"? Un día de Sur de vuelta del Puntal me empapé de salitre, con 4 o 5 años, y desde entonces estoy "colgao".
Eduardo
De esas kojaduras por rociones, en las lanchas del Puntal, he sufrido muchas y he visto muchísimas más. forman parte del verano, casi una tradición.
Como siempre,consigues acercarme "el mar",sentir su aroma ,notar su brisa y por unos maravillosos instantes .....
Gracias Fernando
Laura
Muchas gracias, Laura.
Estas son las cosas que te animan a seguir escribiendo.
Buen viento.
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