Esta mañana, contra todo pronóstico, amaneció despejado. Había salido de casa más pronto de lo acostumbrado, tenía una reunión a medio camino de Bilbao y San Sebastián a las 10. Llevaba la cámara en el coche y he podido hacer, subjetivamente, la mejor serie de disparos desde que me he pasado a la reflex. Antes de dar el paso tecnológico cuando alguien me sugería, hablando de mi afición a hacer fotos (no he dicho fotografía), el paso a la Reflex, siempre argumentaba lo mismo. Mi miedo a que esa afición se convirtiera en algo costoso, que perdiera la frescura y la naturalidad o la comodidad de lo que venía haciendo hasta ahora. No concibo la fotografía como un fín en si mismo, sino como algo accesorio. No salgo a hacer fotos, vivo y trato de capturar algunos instantes. Desde que me pasé a la DSLR había perdido la ilusión, unas fotos mediocres solo recuperadas tras pasar por el photoshop. Estaba desilusionado y un poco perdido.

Pero hoy todas las dudas se han resuelto. La fotografía es luz y hoy ha amanecido, en medio de tanta negrura, frio y lluvia, un día maravilloso. Y, camino del trabajo, he parado el coche y he visto amanecer y después de mirar a la Bahía he hecho algunas fotos. Yo estaba allí esta mañana, viviendo ese amanecer irrepetible, yo lo he vivido y he tratado después de capturar un instante de tanta belleza para poder revivirlo y compartirlo. Estas son las imágenes, no hay Photoshop. Tempus fugit.
