jueves, 18 de septiembre de 2008

A escondidas II

El primer post que publiqué en este blog se tituló A ESCONDIDAS. Han pasado muchas cosas desde entonces.

Me he convertido en armador del 100% de un velero, he cambiado de barco, he cambiado de puerto, he empezado a navegar en solitario de verdad, después de obtener el PER me estoy preparando para el PY, he hecho mis primeros pinitos en esto del bricolage naútico y a día de hoy soy capaz, yo solito, sin ayuda, de cambiar un tornillo. Ahí es nada.
Pero sobre todo este año he navegado bastante, casi siempre sólo. No todo lo que quisiera, pero he aprovechado cada día que la meteorología, el trabajo y las obligaciones familiares me lo han permitido.

En el cambio de barco he ganado. He pasado de un barco nervioso, regatero (y muy divertido) a un barco muy marinero. Un barco noble que te perdona muchos errores y que aguanta carros y carretas cuando la cosa se pone fea. He navegado en él con F8 y fuerte marejada y sé que aguantará lo que sea necesario y desde luego mucho más que su Patrón.

Lo que no ha cambiado en un año es que navegar me hace feliz.

Salgo muchas veces sólo. Soy una persona extrovertida y sin problemas para relacionarme, todo lo contrario, y sin embargo he descubierto que me gusta más navegar sólo. No tener que hablar, disfrutar del silencio, de la soledad buscada (no la impuesta). La soledad y el silencio que permiten disfrutar de la multitud de paisajes marinos, sin nadie que te distraiga, sin palabras que limiten la belleza.
El silencio entendido como ausencia de palabras porque navegar es sonido. El viento, que a veces puede resultar atronador aunque otras susurre. El mar, hermoso y temible que unas veces suena como un tranquilo manantial y otras veces ruge como una fiera herida. El sonido de una driza en el palo o el crujir de las velas al templar escotas. Pero no hay palabras, piensas en silencio y con tranquilidad la siguiente maniobra, la planificas en tu cabeza, nada te distrae, estás solo y en tu cabeza sabes que no hay mucho sitio para las equivocaciones, no hay quien te corrija o te ayude en caso de error. Y sin embargo me invade una enorme tranquilidad.

Cuando por proa está despejado, ya has dejado atrás la Bahía y la Isla de Mouro y el Palacio de la Magdalena y sólo hay mar por ambas amuras, conecto el piloto automático y me coloco en mi sitio favorito, los pies en el primer escalón de acceso a la cabina, cierro el tambucho hasta que lo tengo a la altura del pecho, de forma que las únicas partes de mi cuerpo que asoman fuera son los hombros y la cabeza. Entones apoyo la barbilla en mis manos, sobre el tambucho, y miro el horizonte, huelo el mar, escucho los sonidos del viento del mar y de mi barco y me invade una paz que no es comparable a nada.

Todo se ralentiza, todo se relativiza, sólo importan el mar y el viento y tu barco, porque ni siquiera importas tú, que eres una parte del barco, nada más. Y, a veces, desearía que mi familia estuviera conmigo y no tener que volver, poder seguir adelante y navegar. Otras veces cierras los ojos, sintiendo el calor del sol en la cara y oliendo el mar, escuchando a las gaviotas y los cormoranes y, aunque eres feliz, sabes que tienes que volver, que quieres volver. Que el mar quizá un día sea el sitio y el fin pero que de momento hay un lugar en tierra al que quieres volver, pero no es el lugar, son las personas. Suspiras, miras una última vez al horizonte intentando congelar en tu mente tanto azul, tanta belleza, y viras en redondo para poner proa a la Bahía, para regresar a casa.

Otro verano fabuloso termina y guardo nuevos momentos inolvidables de navegación. Ahora sólo quedarán los fines de semana para navegar.

De vez en cuando, aunque ahora mi barco está a 25 km de mi casa, sigo levantándome algo antes de lo necesario y, mientras todos duermen, recorro en mi coche las calles aún vacías hasta dejar atràs la ciudad para visitar a mi barco en el puerto, tranquilo y silencioso al amanecer, a escondidas.

domingo, 14 de septiembre de 2008

El final del verano

Hoy he vuelto a salir a navegar. Hacía unos días que no iba a Pedreña. He estado bastante liado esta semana.

Ayer tuvimos una boda de alguien muy cercano y querido. Nos lo pasamos fenomenal y llegamos a casa muy tarde. Esta mañana me ha despertado Victoria, para ella ya era tarde y yo, en cambio, acababa de acostarme. Entonces me he dado cuenta de que hacía un día fantástico, el pronóstico no era bueno y ha hecho una semana de perros y sin embargo... día azul.

He hecho un esfuerzo (estaba muy cansado), me he duchado, he sacado a Nilsson a dar un paseo y me he ido a Pedreña.

A las doce y media salía por la bocana del puerto. He hecho el canal de acceso a Pedreña a motor, había marea baja y muy poco fondo. Frente a la playa de Los Peligros he izado mayor y génova y he puesto rumbo a la salida de la Bahía. He empezando con un rumbo de ceñida que ,con el viento NE que teníamos me ha llevado desde Los Peligros hasta cerca de la playa de Los Tranquilos. He virado y he puesto rumbo hacia el Norte, he pasado entre la isla de Mouro y la Magdalena y he subido 7 millas al norte. Un viento de unos 15-20 Knts constante que me ha llevado volando a 5 y 6 Knts hacia arriba. De vuelta con ola de popa y el mismo viento del NE por la aleta he registrado puntas de 8 knts (GPS).

Ha sido un día azul, sin una sola nube, con un solo radiante pero con unas temperaturas no demasiado altas. Se nota que el verano llega a su fin. Que pena.

Las imágenes son de hoy.



viernes, 5 de septiembre de 2008

Temporal de Sur en Santander

En primer lugar debo pediros disculpas por haber colgado las fotos sin explicar nada. Siento si os he asustado. Mi barco está bien. Ayer no tuve tiempo para sentarme a escribir.

Ayer se levantó el día con viento Sur en Santander. Este viento en Santander es especial. Cuando sopla viento sur sopla con mucha fuerza, impacta de lleno en la bahía haciéndole perder, precisamente, su carácter de remanso, de refugio. Es un viento muy fuerte, tremendamente racheado, caliente, traicionero. Dicen que nos altera el carácter y el humor. Coloquialmente, en Santander, cuando alguien hace una locura se dice que, a esa persona, le ha dado una "surada". Si alguien está de mal humor se dice "está de Sur". Los profesores en los colegios aseguran que el alumnado se pone insoportable y en tiempos fue observado como atenuante de determinados delitos el haberlos cometido durante un temporal de sur.

El temporal de ayer fue duro, no ha sido con mucho de los más fuertes que recordamos aquí, pero sí ha sido muy dañino. Se ha cebado especialmente con la flota que permanecía fondeada delante del Real Club Marítimo de Santander. Se han hundido más de 10 barcos y más de 30 han sufrido daños considerables, como podréis apreciar en las fotografías.


Los marineros del RCMS jugándose el tipo para intentar minimizar los daños materiales. Mi admiración y respeto para ellos.

El pantalán que se coloca en el muelle de Calderón cada año y en el que atracan, entre otros, los barcos participantes en las distintas regatas del Verano (Cantabria Infinita, El Gaitero, Memorial Pombo) terminó roto en pedazos que flotaban frente al Club Marítimo.
Aquí se aprecia como los barcos fondeados empezaban, por el efecto de una ola de viento tan caótica y dura, a embarcar grandes cantidades de agua, lo cual terminaría por hundir a muchos de ellos.
A pesar del temporal, que golpeó con viento establecido de 50 Knts y rachas de 60Knts, las lanchas (rojas) que dan cobertura al servicio de pasajeros entre poblaciones de la Bahía (Santander-Pedreña-Somo) no llegaron a interrumpir su servicio sí a disminuir la frecuencia en los momentos más duros.

Era impresionante, dolía, ver a los barcos golpeando contra el espigón de Puerto Chico.Este velero desarbolado es el mismo modelo que tuve yo hasta comprar el Jouet. Es un Jeanneau Sun 2000. Pertenece a un amigo. Los daños son irreparables. Desarbolado, destrozado de gopear contra el espigón y los pilares del RCMS.

En esta foto se observa como al comenzar a bajar la marea el temporal empieza a remitir.

Mirando esta foto detenidamente podréis ver varios botes hundidos, entre dos aguas aún.
Los daños materiales son cuantiosos. En lo personal un marinero del RCMS ha perdido una falange de un dedo al enrrollársele un cabo en la mano tratando de salvar un velero para meterle en la dársena de Puerto Chico.

Enrique Portilla, propietario de un negocio naútico y gran navegante fue uno de los héroes de la jornada. Un velero de 30 pies, desarbolado y con enormes daños materiales era lanzado con furia por el mar contra el espigón. Enrique se lanzó desde el muelle al barco y consiguió meterlo en Puerto Chico.








Posted by Picasa

Las cinco primeras fotos de este post son de el Diario Montañés.